21 sept 2013

EL EMPUJE VERTICAL DE LA VIDA.


Sólo aquel que existe lo escucha y quien escucha existe”.
L.A.C.C.

Hablar de ser y existir en este mundo performance, tan teatral, tan hipócrita lo análogo a un estado de coma, porque teje la realidad en una cultura sin razón, solo pasajera, débil y morbosa. Es como hablar de papa Noel, una fantasía. Hay que caminar en el agua para entender que es ser y existir, para encontrar ese equilibrio que Arquímedes encontró en el flotar. Casi todos alguna vez hemos escuchado mencionar la palabra “Eureka” y quizá algunos escucharon la historia que se cuenta sobre cómo surgió dicha palabra.

Cuentan que en la antigua Grecia, vivía un señor llamado Arquímedes, que era un destacado matemático, geómetra y físico. Arquímedes que nació en Siracusa, Sicilia en el año 287 a.c. es más conocido por enunciar el principio que lleva su nombre: Principio de Arquímedes: todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido desalojado.

Hierón el rey de Siracusa, convocó a Arquímedes para que le solucione un problema. El rey le había entregado a un orfebre una cierta cantidad de oro y plata para que le hiciera una corona.  Al recibir el trabajo, Hierón, sospechó de la honradez del platero, por lo cual le solicitó a Arquímedes que investigara si había sido estafado.

Ya tenemos planteado el problema: Determinar, conservando la corona en su integridad, si el artífice se había quedado con parte del oro entregado para realizar la corona.

Preocupado Arquímedes por el problema, al que no encontraba solución ya que no podía ni romper la corona ni disolverla en ácidos, un día de mucho calor, decidió tomar un baño, ocurrió entonces al sumergirse el agua rebasó de la tina.

 Pensando en ello llegó a la conclusión que al entrar su cuerpo en la bañera, ocupaba un lugar que forzosamente dejaba de ser ocupado por el agua, y adivinó que lo que él pesaba de menos era precisamente lo que pesaba el agua que había desalojado, o sea que el peso de su cuerpo era igual al peso del agua desplazada.

Habiendo encontrado la idea para resolver el problema, fue tal su excitación que, desnudo como estaba, saltó de la bañera y se lanzó por las calles de Siracusa al grito de ¡Eureka! ¡Eureka! (que en griego significa ¡Lo encontré! ¡Lo encontré!).

A partir de este descubrimiento Arquímedes procedió a pesar la corona en el aire y en el agua verificando que en efecto, su densidad no correspondía a la que hubiera resultado de emplear todo el oro y la plata entregados, confirmando la sospecha del rey, el orfebre lo había estafado[1].

De este modo lo diría, toda persona en este mundo experimenta un empuje vertical desde que nace, que es proporcional en sus deseos, sueños y esperanzas. Este es un abre bocas de caminar en el agua y sumergirse en la vida, en el ser que es el fundamento de la realidad y en el existir que es la presencia de el en la realidad, que tiene como misión impedir el engaño, lo falso, lo falaz de este mundo.

Para luego levantarse verticalmente a lo alto de la plena virtud, de vivir con arte, con felicidad, con sentido[2].



[2] Sentido es decir fin, es decir lo que obra, lo que hace, genera.

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